Entre el año y medio y los dos años, los niños empiezan a hacer sus primeros garabatos y, de la misma forma que ocurre con las etapas de la lectura y las etapas de la escritura, sus capacidades con respecto al dibujo evolucionan junto a su crecimiento natural. El desarrollo cognitivo y de la psicomotricidad fina influyen enormemente en las etapas del dibujo, evolucionando desde sus primeros trazos espontáneos hasta la representación de la realidad.
Hay que tener en cuenta que el dibujo no solo es un entretenimiento, también es un medio de representación de todo aquello que se tiene en la cabeza, como lo es el lenguaje o el juego. El niño o la niña también evoluciona en ese aspecto y pasa de representar solamente la realidad a evocar cosas pasadas, imaginar el futuro o incluso crear situaciones, personajes e historias que solo existen en su imaginación.
En este artículo vamos a explicarte cuáles son las etapas del dibujo infantil y sus características. Nos basaremos en la clasificación que hizo Viktor Lowenfeld, profesor austríaco con una gran influencia en el desarrollo de la educación artística en los Estados Unidos.
Etapa del garabateo, de los 2 a los 4 años
Fuente: Divulgación dinámica
De los dos hasta los cuatro años, los niños y las niñas pasan por diferentes fases, pero en ellas no hay intención de representar nada, simplemente el pequeño traza y disfruta con el movimiento, ya sea con un lápiz, un rotulador, una cera… Veamos esta etapa con más detalle:
Entre el año y medio y los dos años, el peque se despista fácilmente y no siempre mira el papel mientras dibuja. No pretende representar nada, simplemente le sirve como ejercicio motor.
Poco a poco, el bebé comprende que dibujar es algo agradable y cada vez disfruta más con el movimiento. Sobre los 30 meses, se empieza a dar cuenta de la relación que hay entre sus movimientos y aquello que se plasma en el papel, algo que le entusiasma y le hace probar trazos nuevos. Los colores aún no tienen importancia, ya que sigue siendo una etapa muy física.
El niño sigue desarrollando su capacidad mano-ojo y empieza a situar sus dibujos en un espacio. Entre los tres y cuatro años ya es capaz de dar significado a sus dibujos, aunque suele ser difícil reconocerlos si no nos los explica: «esta es mami», «esta soy yo en la playa», «este es el abuelo paseando», etc.
El peque cada vez dedica más tiempo a sus dibujos y se vuelve más detallista, incluso coloreándolos a su gusto, en lugar de usar el color que corresponde a la realidad. En esta etapa es muy importante que los adultos no demos a conocer nuestra versión del dibujo, sino que es preferible que el niño o la niña lo termine y nos cuente qué ha representado. De esta forma no influimos en aquello que está imaginando.
Etapa preesquemática, de los 4 a los 7 años
Fuente: Divulgación dinámica
En la siguiente etapa, los garabatos y trazos ya tienen formas reconocibles y la mayoría de sus dibujos suelen ser formas humanas. También es una etapa en la que se pueden apreciar aspectos importantes de su vida, como su situación familiar o posibles traumas.
Los colores cada vez son más fieles a la realidad y los dibujos son más ordenados. También aumenta su capacidad de atención y concentración a la hora de dibujar, dedicando más tiempo y constancia a sus dibujos. Todavía dibuja sin un orden preestablecido.
El orden en el que sitúa los objetos en el papel es egocentrista, ya que concibe el espacio como algo que está a su alrededor. El niño es el centro de todos los objetos.
Etapa esquemática, de los 7 a los 9 años
Fuente: Divulgación dinámica
Progresivamente, el niño o la niña empieza a dibujar de forma más precisa, con dibujos organizados linealmente. La figura humana suele tener muchos detalles e incluso se empiezan a reconocer las dos dimensiones, usando a veces una línea de tierra donde se apoyan las figuras.
Respecto a los colores, ya se usan los que coinciden con la realidad. Todavía no son conscientes de las posibilidades de los colores en el arte.
Como las variaciones, por ejemplo, del cielo, de manera que sus elecciones pueden estar detrás de cambios o problemas emocionales.
En esta etapa resulta muy educativo mostrar ejemplos de otros dibujos para su inspiración. Por ejemplo, en los libros con diversidad de estilos ilustrativos como los de MiCuento aprenderán que no existen dibujos «mal hechos», sino estilos propios. Esto les ayudará a subir el autoestima y se alejarán de la frustración que crea el hecho de querer copiar estéticas únicas como las de Disney.
Etapa del realismo, entre los 9 y los 12 años
Fuente: Divulgación dinámica
A partir de los 9 o 10 años, su desarrollo artístico ya no es consecuencia directa de la madurez, sino que sus habilidades se ven directamente influenciadas por aquello que aprenden. Por esa razón, muchos adultos todavía dibujan como lo hacían cuando eran niños o preadolescentes.
En esta etapa, la imaginación y la representación realista de las cosas se combinan. Así pues, la enseñanza técnica del dibujo será la que les ayude a crear diferentes formas de representación espacial (perspectiva, proporción…) y procesos de elaboración de imágenes estéticamente bien resueltas (color, texturas, composición…).
Sus dibujos empiezan a tener un mayor rigor visual y los niños se sienten atraídos por el reto de representar una realidad fotográfica. Ya ve los dibujos de etapas anteriores como «de niños pequeños».