Ternura, confusión, admiración, tristeza, satisfacción, incomprensión… Vivimos repletos de emociones que vamos aprendiendo a gestionar y valorar a lo largo de nuestras vidas. Emociones que siempre nos han acompañado, pero que tardamos en interiorizar. A tempranas edades, niños y niñas deben aprender lo que comporta sentir. Sus emociones pueden manifestarse en estallidos, pueden ser repentinas y estar repletas de energía, o puede que estén reprimidas por algún motivo. En cualquiera de estos casos, hay detalles con los que los adultos pueden tener problemas a la hora de actuar. Se premia a los niños por estar contentos, motivados o seguros con una situación. Sin embargo, ¿cómo debemos reaccionar ante emociones como el enfado? ¿Cómo gestionamos estas situaciones de manera eficaz y útil para los más pequeños?
Este es el tema del primer episodio del podcast de MiCuento llamado Crecer con cuentos. En él, las especialistas Míriam Tirado (consultora de crianza consciente, periodista y escritora) y Àngels Ruiz (psicoanalista de adultos y niños, y parte de un grupo de investigación de los cuentos como herramienta del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya) explican las causas de una emoción tan potente como el enfado, y listan una serie de eficaces consejos sobre cómo mitigarlo de manera constructiva.
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Cómo ayudar a niños y niñas a gestionar el enfado
Algo a remarcar a la hora de lidiar con emociones que comúnmente calificamos como «malas», es tener en cuenta que dichos sentimientos son válidos. El enfado es una emoción que nos acompañará a lo largo de toda la vida, y que más que ser negativa es desagradable, pues es fruto de la frustración, de no tener una necesidad básica cubierta o incluso de no entender una situación (o no entenderse a uno mismo). Además, cada persona es un mundo; el enfado se manifiesta, se regula y se gestiona de maneras distintas según la situación personal del que lo sienta, sus experiencias y, por supuesto, su edad. Enseñar a los niños y niñas a gestionar emociones tan desagradables como el enfado es clave para que sean resolutivos y sepan controlar situaciones aparentemente caóticas.
Estas son algunas de las cosas a tener en cuenta a la hora de gestionar el enfado con niños:
- Es esencial demostrar al peque que no está solo/a, que siempre puede hablar de cómo se siente con alguien con quien esté cómodo/a (esta persona puede ser un padre o madre, otro adulto o incluso alguien de su edad). Mostrar cariño y estar presentes son claves para que el/la niño/a no se sienta solo/a.
- El/la niño/a necesita un guía sereno, coherente y comunicativo, que sepa escuchar y sea capaz de transmitirle seguridad, compañía y serenidad. Esto le aportará seguridad y un espacio seguro en el que abrirse y confiar sus pensamientos a alguien.
- La comunicación es clave cuando tratamos con niños/as: es la herramienta con la que les mostramos maneras saludables de expresarse. Hablar de emociones (aunque estas sean desagradables) ayuda a estrechar lazos y crear un espacio seguro de comunicación en el que las emociones que el niño o niña pueda sentir son válidas y oídas.
- Es importante que el adulto sepa aportar maneras coherentes para ayudar al niño/a a salir de estas situaciones. El enfado no dura para siempre, pero tiene que trabajarse analizando las diferentes causas que lo han provocado, poniéndole límites e indicando al niño/a que, aunque el sentimiento es válido, hay reacciones que no lo son (como gritar o faltar al respeto).
- Sin embargo, la comunicación no lo es todo; el afecto también juega un papel importante a la hora de gestionar el enfado. Para que comprendan que no están solos, los niños también necesitan cariño, pues representa una vía distinta a la de la comunicación para hacer que se sientan cómodos, queridos y acompañados.
Usar los cuentos para ayudar a niños y niñas a entender el enfado
Si aún y así al niño o niña le es difícil expresarse o encontrar maneras de lidiar con su enfado, podemos usar un lenguaje más cercano a ellos: el de los cuentos. Con ellos no solo cambiamos de ambiente y actividad, sino que también accedemos a sus emociones de manera indirecta. En el podcast, Àngels Ruiz comenta que «los cuentos son las herramientas más importantes para entendernos con los niños». Ver reflejadas sus preocupaciones en tercera persona (en un personaje que se asemeje a ellos en edad y gustos) es algo que puede ayudarles a reflexionar sobre sus emociones. La lectura es una buena herramienta para trabajar el enfado en frío, en un momento en que el niño/a no se sienta abrumado/a. El cuento promueve la reflexión y la introspección; y, además, se puede leer entre varias personas y pueden añadirse explicaciones o intervenciones para guiar al niño/a con su propia situación. Pasar tiempo leyendo cuentos juntos incentiva que el niño o niña se comprenda a sí mismo/a y sepa poner en palabras lo que siente, aparte de poder encontrar varias soluciones a un mismo problema. Esto también puede ayudarles a que no se sientan solos, y valida sus emociones.
Algunos de estos mágicos cuentos que pueden ayudar a los niños con su enfado u otras emociones desagradables se recomiendan en Crecer con cuentos son: Tengo un volcán (de Míriam Tirado, que da detalles sobre la historia y su proceso de creación en el podcast), La rabieta de Julieta, de Steve Anthony, o El monstruo de colores, de Anna Llenas. La búsqueda del tesoro, un libro personalizado publicado recientemente en MiCuento, está repleto de aventuras piratescas y plantea distintas emociones a través de los personajes con los que el protagonista se irá encontrando.
Lo más importante a la hora de lidiar con emociones desagradables como el enfado con los peques es reforzar la idea de que su sentimiento es válido. El niño o niña debe disponer de las herramientas necesarias para poder gestionar la emoción, y estas se adquieren a través de una comunicación coherente basada en el afecto y el diálogo. A veces, para poder hacer que el niño o niña se entienda a sí mismo, y a la vez para entender al niño o niña, es necesario encontrar alternativas al típico sermón: los cuentos sirven para esto, ya que las historias se explican a través del lenguaje de los niños. Al ver a sus iguales pueden comprender qué les ocurre y aprender cómo solucionar la situación que se les presenta como insuperable, siempre acompañados y aprendiendo poco a poco, con el tiempo.