Educar con valores en las festividades más comerciales

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Navidad, Nochevieja, San Valentín, el día del padre, el día de la madre, el día de los abuelos, el día del niño, el día de la amistad… Es maravilloso ver cómo todas estas celebraciones desatan un sinfín de debates tanto en redes sociales como en la calle. Básicamente, se trata de una amigable discusión entre defensores y detractores.

—¡Me encanta celebrar! En casa hasta celebramos los jueves como “día de la paella”.
—Estas fiestas las han inventado los vendedores de postales. ¡En casa no celebramos ni los cumpleaños!

Estos dos ejemplos, evidentemente, son extremos. Entre ambos hay cientos de posturas intermedias que representan la variedad y riqueza de nuestra sociedad. ¡Y eso es maravilloso! Que cada uno pueda hacer lo que le apetezca.

A mí me parece muy interesante cómo reciben los peques toda esta información, qué valores les transmitimos. Mi hija mayor, que está en plena fase «quiero ser una princesa tatuadora y anxeneta» (anxeneta es la niña que sube más arriba en los castells, las torres humanas del folclore catalán), vivió con intensidad el último San Valentín. ¡Todos los escaparates repletos de corazones, rojo y rosa y purpurina! ¡Su sueño hecho realidad!

Evidentemente, tiene una edad (4 años en un mes), en la que se apunta a todo lo que implique regalos. Y nosotros siempre le decimos lo mismo:

—Pero, ¿qué es lo importante?
—Lo importante es que nos queramos.

Y aquí es adónde quería llegar. No a que haya aprendido de carrerilla la frase (ella sigue prefiriendo los regalos), sino a lo fundamental: que educamos para poner en valor el amor.

Psst, psst, tenemos un regalo para ti

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En el día del padre, celebrar el amor es el mejor regalo

Ahora el día del padre está a la vuelta de la esquina. ¡Es muy bonito poder celebrar el amor paternal! Y más en una generación en la que la participación del hombre en la crianza de los niños está mejorando a pasos de gigante, a pesar de todas las trabas de conciliación y de una larga retahíla de «peros».

Como curiosidad, en el mundo de influencia católica, el día del padre lleva celebrándose desde la Edad Media. Es el 19 de marzo, día de San José, el padre putativo (hoy diríamos “adoptivo”) de Jesús. En cambio, en los países donde la cultura estadounidense ha calado más fuerte, se celebra el tercer domingo de junio. Ahí sí tiene un origen comercial, en el siglo xx, aunque lo primordial es, igualmente, reconocer la figura del padre.

Así pues, ¿cómo lo celebramos? Se me ocurren infinidad de opciones que no incluyen regalar ni corbatas, ni destornilladores, ni espuma de afeitar (aunque reconozco que es buena idea si es lo que papá necesita). ¡Seamos creativos! Un dibujo de los peques es buena opción. O una manualidad para jugar todos juntos. Un día especial en familia, también: se puede ir al cine, a dar un paseo en bici o cenar lo favorito de papá (ahí, mejor que coincida con lo favorito de los peques si se desea una velada tranquila)… Ah, o se puede regalar un libro, por supuesto. Pero, ¿qué libro es el adecuado para el día del padre?

Los cuentos personalizados generan vínculo

Como los principios de MiCuento son fomentar el amor por la lectura entre los peques y ayudar a fortalecer los vínculos afectivos, un libro personalizado en el que aparezcan papá y los peques es nuestra recomendación. ¡Y por ello llevamos ya dos años consecutivos ofreciendo novedades editoriales que celebran el amor entre padres e hijos!

Te quiero tanto, papá es un texto maravilloso de Mamen G. de la Torre, rimado, que nos transporta musicalmente a la ilusión con la que los peques viven los momentos junto a papá. Y las ilustraciones de Sole Otero (http://soleotero.com) son auténticas obras de arte que incluyen hasta tres niños o niñas con todas las personalizaciones que podamos imaginar.

¡Sueña conmigo, papá!, novedad de 2018, suma otro valor de la infancia que adoramos en MiCuento: los cuentos tradicionales. Las tiernas y divertidas ilustraciones de Albert Pinilla (www.albertpinilla.com), con textos de una servidora, convierten al padre (o papá, o papa, o papi, etc) en personaje de cuento: el protagonista indispensable para entender la magia y la emoción de los relatos favoritos de los peques.

¿Podéis ver el brillo en los ojos de las niñas y niños cuando su padre los sienta en su regazo para contarles un cuento? Pues, ahora, imaginad que en esa historia figuran los nombres de los peques y de su papá. Es más, ¡aparecen todos ellos en las ilustraciones! ¡Y una foto de la familia! Y una pequeña dedicatoria que, aunque todavía no sepan leer, tienen muy claro lo que dice: papá, ¡te queremos!

Autora: Maria Ayguade

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