La teoría de las inteligencias múltiples, aplicada a la educación
Cuando fui a la jornada de puertas abiertas de la escuela donde van a crecer mis hijas, experimenté muchos sentimientos entremezclados y contradictorios: inquietud, duda, alivio, culpa, entusiasmo, nostalgia, ilusión… Supongo que cualquier madre o padre con peques para los que hay que elegir escuela, se han sentido igual. Por suerte, alguien, uno de los maestros creo, dijo algo que me tranquilizó: “aquí educamos en todas las competencias porque no sabemos para qué futuro estamos educando”. No sé si la palabra exacta fue “competencias” o si fue “inteligencias”, “áreas” o “aptitudes”; la idea es la misma: cambia todo tan rápido que lo que buscan los educadores, allí y en todas partes, es que los niños tengan las herramientas necesarias para desenvolverse por el mundo, sea este el que sea.
Psst, psst, tenemos un regalo para ti
Cuando por la noche, ya dormidas las niñas, se lo contaba todo a su padre, le hablé de la teoría de las inteligencias múltiples, que se halla tras el «educar en todas las competencias». Él lo tiene más difícil para conciliar y participar de forma activa en tareas como la búsqueda de escuela y, por lo tanto, todavía no había recibido el cursillo acelerado de métodos educativos, enfoques modernos del aprendizaje y pedagogos relevantes en el que nos graduamos los buscadores y buscadoras de escuela. Es que nuestra escolarización, en especial la suya, fue tradicional, tradicional: de pupitres alineados y recitar la lección. Además, por qué no decirlo, yo trabajo con cuentos personalizados, que ponen al niño en el centro de la experiencia de leer o contar historias; del mismo modo que las propuestas educativas contemporáneas lo ponen en el centro de la experiencia del aprendizaje.
La teoría de las inteligencias múltiples fue, precisamente, uno de los factores que precipitaron la puesta al día de los sistemas educativos a partir de los años 80, que es cuando el psicólogo Howard Gardner y su equipo de la Universidad de Harvard empezaron a publicar sobre el tema. Para conocer de primera mano y en un lenguaje accesible la obra de Gardner, recomiendo la entrevista que le realizó Eduard Punset en su programa Redes cuando su trabajo le mereció el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011.
Las ocho (más una) inteligencias de Howard Gardner
En lo fundamental, Gardner y su equipo cambiaron el concepto tradicional de inteligencia: no hay una sola en la que somos mejores o peores sino que hay varias, que se interrelacionan, y que se desarrollan mediante la experiencia, el entorno, la actitud, etcétera a partir de unas aptitudes innatas. Según esta teoría, existen ocho inteligencias (con una novena en investigación):
Inteligencia intrapersonal o social: Se manifiesta en la habilidad de interactuar de forma efectiva con los demás; de ser sensible a sus estados de ánimo, sentimientos, temperamentos y motivaciones.
Inteligencia interpersonal o de sí mismo: Se manifiesta en la capacidad de pensar y actuar según los rasgos de uno mismo; de ser sensible a los propios sentimientos, objetivos y angustias.
Inteligencia naturalista: o natural. Se manifiesta en la capacidad de identificar del lenguaje de la naturaleza; de ser sensible al entorno natural (ver y distinguir los rasgos de las distintas especies o los fenómenos del clima o la geología, por ejemplo).
Inteligencia musical: Se manifiesta en la capacidad de cantar, de tocar instrumentos musicales, de componer; de ser sensible al ritmo, al tono, a la duración, a la melodía y al timbre.
Inteligencia espacial-visual: Se manifiesta en la capacidad de percibir y representar en la mente con precisión el espacio y de actuar en él; de ser sensible a la ubicación de los elementos, a la distancia entre ellos, a la velocidad si se mueven, al volumen, etcétera.
Inteligencia cinestésica-corporal: Se manifiesta en la capacidad de usar el propio cuerpo o partes de él; de ser sensible al propio movimiento para dominarlo.
Inteligencia lingüística o de lenguaje: Se manifiesta en la capacidad de procesar mensajes lingüísticos; de ser sensible al significado de las palabras, a su orden, su sonido, su cadencia y su métrica. Es una de las inteligencias que constituyen el concepto tradicional de inteligencia.
Inteligencia lógico-matemática: Se manifiesta en la capacidad de mantener largas cadenas de razonamientos; de ser sensible a los patrones lógicos o numéricos. Es una de las inteligencias que constituyen el concepto tradicional de inteligencia.
Inteligencia existencial: Todavía en investigación, se manifestaría en la capacidad de hacerse preguntas o meditar en torno a cuestiones de índole espiritual o filosófica: ¿qué es la vida, porqué existe la muerte, qué es el amor, existe dios…?
Libros personalizados, inteligencias y educación
A pesar de que la teoría de las inteligencias múltiples fue y es todavía cuestionada por amplios sectores de la psicología, en el ámbito de la educación ha sido revolucionaria. Pues no sólo da valor a contenidos que antes se consideraban poco útiles para la vida; sino que, además, hace evidente que un mismo contenido se puede aprender desde cada una de las inteligencias. Así, si mi hija mayor resulta que tiene desarrollada la inteligencia interpersonal, el trabajo en equipo será su fuerte, sea jugando al balonmano o en proyectos de investigación con otros niños; y si la pequeña es muy hábil musicalmente, será acertado enseñarle las tablas de multiplicar o los huesos del cuerpo humano mediante canciones.
También a nivel profesional me parece muy importante tener esto en mente: pues los y las editoras de libros infantiles podemos contribuir de forma significativa en la educación de los pequeños de nuestra sociedad. En MiCuento, además, este es uno de nuestros propósitos fundamentales, ya que con los libros personalizados lo que buscamos es que los niños y niñas, al ser los protagonistas de las historias, desarrollen un fuerte vínculo con la lectura, la imaginación, los valores positivos y con su entorno. Evidentemente, haciendo libros no podemos cubrir todas las inteligencias que describe Gardner; pero sí sumarnos a esta filosofía de convertir al niño en el centro de la experiencia, sea educativa o de lectura.
Si nosotros, madres y padres, maestras y maestros, editores de cuentos, guionistas de series y películas infantiles, etc, somos conscientes de las distintas formas de entender y representar el mundo, podremos conocer mejor las capacidades y expectativas de nuestros pequeños. Y, en definitiva, cada uno desde su ámbito, ayudarles a fortalecer las áreas que lo necesiten y a sacar partido de las que ya tengan más desarrolladas; contribuyendo a su autoestima y a un buen desarrollo académico y personal. Pues el futuro, no lo conoce nadie… pero todos queremos una sociedad mejor.