El miedo en niños y niñas
A la oscuridad, a las arañas, a algún personaje que hemos visto en la televisión… El miedo es algo que todos y todas, en mayor o menor medida, hemos sentido. Sin embargo, este tipo de emociones pueden abrumar y hacerse más grandes en niños y niñas, por lo que es importante no pasarlo por alto. ¿Qué hacer cuando un peque siente miedo?
En este episodio del podcast Crecer con cuentos, la escritora Tania García, especialista en educación basada en el respeto, empatía y acompañamiento emocional y autora de «¿Qué necesito cuando tengo miedo?» y Román Pérez, psicólogo miembro del grupo de trabajo de psicoanálisis con niños del Colegio de Psicoanálisis de Cataluña, nos ayudarán a entender que debemos dejar de silenciar el miedo de los niños y las niñas para tratar su miedo de manera saludable y eficiente.
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¿Cómo actuar cuando un niño o niña siente miedo?
A los adultos nos han educado para silenciar nuestras emociones, por lo que muchas veces actuamos de la misma manera. En vez de tratar de entender qué sentimos o por qué lo sentimos, apartamos o rechazamos nuestras emociones, lo que impacta negativamente en nuestra gestión emocional. Por lo tanto, lo primero que debemos aprender a la hora de enfrentarnos al miedo de un niño o niña es no rechazarlo, no intentar salir de esa situación (que muchas veces causa gran incomodidad al adulto), sino intentar trabajar ese malestar con el peque. De hecho, podemos ayudarle mucho simplemente diciendo cosas como «Entiendo tu miedo» o «¿Quieres que nos abracemos y respiremos a la vez?» y mostrándole que estamos a su lado. Los niños y las niñas necesitan estar y sentirse acompañados en ese miedo y ver que es algo natural, que no pasa nada por sentirlo. Tenemos que entender (y hacer entender) que el miedo es una emoción natural, que puede comprenderse con el tiempo. A veces, creemos que es mejor sacar a los peques del estado de miedo con una distracción. Sin embargo, es más importante demostrarles que hay alguien ahí para ellos. Como adultos, tenemos que empezar a comprender que el miedo no es un problema, sino una oportunidad de conexión familiar y de aprendizaje emocional.
Contrariamente, debemos evitar mimetizar el miedo del peque poniendo ejemplos de cuando nosotros, como adultos, sentimos miedo. Para el niño o niña, debemos ser una figura neutra, un lugar de acompañamiento, comprensión y contención del miedo. El objetivo del adulto debe ser encontrar la raíz del miedo y hacer ver al peque si ese miedo es algo que tenga utilidad o algún tipo de solución. Además, no hay que quitar importancia a la situación ni dramatizarla, sino saber acompañarla con amor y cariño. Asimismo, tenemos que tener en cuenta que si el miedo es muy reiterado o es una fobia muy potente, siempre se puede recurrir a la ayuda profesional.
Empatizar con niños y niñas es clave para que entiendan sus emociones
Para tratar cualquier tipo de emoción con niños y niñas, lo más importante es saber empatizar, comprender y acompañarlos lo mejor posible. ¿Cuántas veces hemos oído que los niños son fuertes y que pueden con todo? No hay nada más alejado de la realidad: los niños y las niñas también reaccionan a las adversidades y tienen sensibilidad hacia problemáticas cercanas, lo que puede causarles angustia, miedo, ansiedad… Para evitarlo, tenemos que razonar con ellos y tomarlos seriamente; incluso tratar de hablar de sus problemas y encontrar soluciones como si tratáramos con un adulto que necesita ayuda.
Libros para tratar el miedo con peques
El libro recomendado en este episodio del podcast es «¿Qué necesito cuando tengo miedo?», un cuento que remarca lo importante que es acompañar a los peques cuando sienten miedo. Está escrito por Tania García, una de las invitadas a este episodio del podcast, y trata sobre Luna, una niña de cuatro años a través de la cual entenderemos qué necesitan los peques para dejar atrás momentos de pánico y miedo en su vida diaria.
Acompañar a los peques cuando tienen miedo es algo que implica paciencia y comprensión, pero que a la larga les ayudará muchísimo a entenderse, y a la vez comprender que algunas emociones, aunque sean desagradables, son normales y parte de ellos mismos.