El proceso de aprendizaje de la lectura es apasionante y veloz. La mayoría de los peques, de los 3 a los 6 años, empiezan a reconocer las letras, las juntan para formar sílabas, las relacionan con los sonidos y, en un abrir y cerrar de ojos, ya son capaces de leer palabras enteras y otorgarles un significado.
Llegados a ese punto, a los niños y las niñas se les presenta un nuevo desafío: entender aquello que están leyendo. Se trata de ir más allá de las palabras y lograr comprender de qué trata una historia.
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La mejor forma de trabajar la comprensión en esta etapa de la lectura es practicando. Para ello, a continuación te vamos a dar algunos consejos y a recomendar 7 estrategias que ayudarán al peque a darle significado a las palabras escritas.
1- Empezar por los cuentos personalizados
Recuerda que leer nunca tiene que ser visto como algo aburrido o como una obligación por los niños, ya que queremos que se convierta en una de sus aficiones favoritas. Por esa razón hay que empezar a leer libros que verdaderamente llamen su atención.
Los cuentos personalizados logran atrapar al niño o la niña de principio a fin, ya que lo/a convierte en el/la protagonista de la historia, viendo cómo tiene su mismo nombre y aspecto físico, así como el nombre de sus familiares y amigos, la ciudad donde vive y mucho más.
El Principito y yo es uno de esos libros personalizables ideales para empezar a practicar la comprensión lectora. En él, el niño o la niña se convierte en amigo/a del pequeño príncipe y viajan para hablar con la rosa, escuchar las sabias palabras del zorro y aprovechar una evasión de pájaros salvajes para volver de nuevo a casa. Toda una aventura que además les enseñará que lo esencial es invisible a los ojos.
2- Buscar en el diccionario palabras desconocidas
Uno de los grandes beneficios de la lectura es ampliar el vocabulario y en muchas ocasiones los propios cuentos o textos infantiles incluyen palabras o expresiones que hacen pensar a los peques. Si desconocen su significado deberán parar la lectura, buscar la palabra en el diccionario y comprobar si tiene sentido con aquello que están leyendo.
3- Usar el conocimiento previo
En ocasiones, para entender un texto es necesario transportarse a una experiencia pasada y relacionarla con ella. En los peques, estos conocimientos previos son muy importantes, ya que les permiten, por ejemplo, tener empatía con los personajes.
Por ejemplo, en el cuento personalizado de La búsqueda del tesoro, el niño o la niña conocerá personajes fantásticos que tienen estados de ánimo muy distintos. Recordando cómo se sienten cuando están alegres, tristes o enfadados, se pondrán en la piel de duendes, ogros o sirenas y entenderán por qué reaccionan de una forma u otra.
4- Hacerse preguntas
Para que el niño o la niña pueda crear una imagen en su cabeza de todo aquello que está leyendo tiene que despejar algunas dudas. A veces se resuelven de forma muy pronta y evidente en el texto, mientras que en otras hay que pararse a pensar. Para ello deben hacerse preguntas como:
- ¿De qué trata principalmente la historia?
- ¿Dónde pasa la acción?
- ¿Por qué actúa así ese personaje?
- ¿Cuál fue la solución?
- ¿Este personaje había aparecido anteriormente?
5- Reducir el ritmo de lectura
En ocasiones, los niños y las niñas compiten por ser quien lee más rápido, especialmente en clase. Sin embargo, esto dificulta mucho la comprensión lectora, de manera que es necesario que se calmen y reduzcan el ritmo de lectura. Gana el que entiende el texto y es capaz de transportarse a un mundo mágico, no el que termina antes.
6- Reconocer la estructura de la historia
Uno de los pilares de la lectura que se enseña a los niños de primaria son las tres partes de un cuento: planteamiento, nudo y desenlace. Entender cuándo se están presentando los personajes y los hechos, cuándo ocurre toda la historia y cuándo está terminando es de mucha utilidad para estructurar toda la historia en su cabeza. Ocurre lo mismo cuando se enseña a los niños a escribir sus propios cuentos.
7- Ser conscientes de lo que no entienden
Por último, pero no por ello menos importante, hay que poner énfasis en que los peques saben cuándo entienden lo que leen y cuándo no. Hay que vetar aquello de «no he entendido nada» e incentivarlos para que hagan preguntas más concretas de aquello que no han comprendido. «¿Cómo llegó el Principito hasta el desierto?», «¿Por qué está triste el dragón de las estrellas?», «¿Cuál era el tesoro escondido al final del cuento?». Estas preguntas servirán para que ellos mismos vuelvan a buscar la parte de la historia que no han captado y volver a leerla.